
Imaginemos que vamos rodando por un parque o carril bici a plena luz del día. Salvo los posibles obstáculos puntuales que podamos encontrar en nuestro camino (véase otros ciclistas, personas paseando y similares), el pavimento no representa ningún tipo de peligro ya que gracias a la propia luz diurna podemos evitar todo tipo de socavones y otros elementos indeseados. Ahora imaginemos la misma situación en horas nocturnas, sin iluminación de ningún tipo. ¿A que el peligro acecha en cada pedalada?