
En la última década del siglo XIX las bicicletas se convirtieron en un instrumento del feminismo: las mujeres podían moverse libremente por las ciudades y comenzaron a eliminarse las restricciones victorianas de la ropa femenina de manera que estas pioneras ciclistas pudieran vestir prendas que les permitieran participar en actividades físicas. Como podemos imaginar, la sociedad masculina de la época no estuvo muy a favor de esta revolución social feminista, por lo que algunos médicos se inventaron una enfermedad denominada 'cara de bicicleta' para intentar evitar que el público femenino siguiera montando en bicicleta y, por supuesto, frenar la emancipación de la mujer en una sociedad claramente machista.