Si somos de esos ciclistas que ruedan con los auriculares puestos para hacer más amenas las sesiones de entrenamiento, debemos tener en cuenta que nuestras probabilidades de sufrir un accidente se multiplican exponencialmente. Además de ser un acto no permitido por la legislación actual, escuchar música mientras circulamos en bicicleta distrae nuestra atención y nos aísla del entorno por el que rodamos, siempre plagado de obstáculos imprevisibles que requieren toda nuestra capacidad cognitiva. ¿Un ejemplo de ello? Un ciclista circulando con sus auriculares puestos ajeno a todo lo demás, hasta que encuentra en su camino un coche de autoescuela averiado. Precaución en la carretera, queridos ciclistas.